Por Anahí Espíndola
Tendemos a pensar en proteger a nuestros insectos cuando y donde los vemos. Esta es quizás la razón por la que podemos tener una mayor propensión a pensar en proteger a los polinizadores que podemos ver volando que a los organismos que viven en la oscuridad del suelo o escondidos en la hojarasca. En el posteo de hoy, me gustaría hablar de otros grupos de insectos que tendemos a olvidar, pero que también deberíamos proteger: los insectos que están activos durante la noche.
¿Los insectos no duermen por la noche?
Aunque muchos insectos son generalmente menos activos por la noche debido a las temperaturas más bajas y su incapacidad de moverse cuando las temperaturas caen por debajo de un cierto umbral, muchos insectos están adaptados a estar activos durante la noche. Por ejemplo, si son polinizadores de plantas con flores nocturnas o crepusculares como lo son varias especies de polillas, estarán activos cuando caiga la oscuridad. Otros insectos están activos por la noche como depredadores, o en ciertos momentos de la temporada en busca de parejas y sitios de puesta de huevos. Para todos estos insectos, la ausencia o la presencia reducida de luz son importantes para permitirles asumir lo que necesitan hacer para sobrevivir y/o reproducirse. Por este motivo, la presencia de iluminación artificial nocturna en nuestros espacios exteriores, sobre todo en las épocas más cálidas de la estación, puede interferir con la vida de estos insectos, conllevando efectos potencialmente muy negativos.
¿Cómo puede afectar la iluminación artificial nocturna a los insectos nocturnos?
Los insectos pueden ser perturbados de diferentes maneras a través de la iluminación nocturna exterior. Uno de ellos es su potencial interferencia con sus ritmos naturales. De hecho, como la mayoría de los animales, los insectos utilizan los ciclos de luz-oscuridad y la presencia de ciertas señales del cielo nocturno (por ejemplo, la luna llena) para regular sus ciclos de desarrollo y percibir la progresión de las estaciones. La presencia de luces suplementarias durante las horas nocturnas puede provocar alteraciones en los ciclos de desarrollo, haciéndolos más largos o desajustados a los de sus congéneres. Esto puede hacer que los insectos pierdan momentos óptimos de apareamiento, su capacidad de alimentarse de plantas específicas o de prepararse adecuadamente para la llegada de noches más frías a medida que avanza la temporada.

Otro problema que puede producir la luz nocturna artificial se relaciona con la desorientación espacial de los insectos nocturnos. Esto puede ocurrir cuando los insectos se sienten atraídos por fuentes de luz nocturnas en lugar de moverse hacia su hábitat óptimo. Esto puede conducir a un aumento de la depredación en esas áreas (los insectos se vuelven más expuestos a ser vistos), así como a que gasten energía valiosa al pasar tiempo en una región inhóspita. Además, la desorientación puede ocurrir de una manera más indirecta, por la interferencia de la luz con los patrones de las copas de los árboles. De hecho, se ha demostrado que muchos insectos utilizan el patrón de contraste entre las copas y el cielo para navegar e identificar hábitat óptimo. La presencia de luces artificiales nocturnas puede conducir a la desaparición o una modificación drástica de ese patrón de contraste, interfiriendo en sus capacidades de encontrar su camino en el ecosistema y disminuyendo sus habilidades de encontrar hábitat adecuado para su supervivencia.

En algunos casos, la presencia de luz artificial nocturna puede provocar interferencias en los comportamientos de apareamiento y reconocimiento intraespecífico. Muchos grupos de insectos, como las luciérnagas, utilizan señales de luz para atraerse y reconocerse entre sí. En regiones como la nuestra, donde las luciérnagas representan una parte tan importante de nuestro ecosistema, el uso de iluminación artificial nocturna al aire libre puede interferir con la búsqueda de parejas y puede conducir a una capacidad mucho más reducida para reproducirse y mantener poblaciones.
¿Qué podemos hacer para reducir este tipo de contaminación nocturna?
La respuesta obvia a esta pregunta es que si queremos reducir este tipo de contaminación, nuestra mejor opción es apagar las luces nocturnas exteriores no esenciales, en particular durante las épocas del año en que los insectos están activos. Hacer esto puede ahorrarnos dinero, pero también nos permitirá apoyar una mayor diversidad en nuestra área, al mismo tiempo que potencialmente nos permite apreciar aún más la actividad nocturna que puede estar presente en nuestra región. Por ejemplo, hacer esto puede facilitar la supervivencia de las luciérnagas y participar en su conservación, pero también puede apoyar la reproducción de especies de plantas que dependen de polinizadores nocturnos.
Si es inevitable dejar las luces encendidas, hay que tener en cuenta la intensidad que se está utilizando. ¿Se puede atenuar la luz a una intensidad más baja? ¿Podría filtrarse para presentar un color que sea menos atractivo para los insectos? La Sociedad Xerces ha elaborado una guía muy interesante sobre este tema.
Por último, otra forma en que también podemos contribuir a reducir la luz nocturna innecesaria es involucrándonos en nuestras comunidades. Iniciativas como DarkSky pueden ayudarnos, tanto promoviendo mejores prácticas a nivel comunitario como participando en la conservación a través de programas de certificación comunitaria que son efectivos para la conservación.
Dra. Anahí Espíndola – Profesora Asistente en el Departamento de Entomología de la Universidad de Maryland, College Park, USA. Hacer click aquí para leer otros posteos de Anahí.
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