¡No todas las avispas nos hacen mal! – La gran diversidad e importancia de nuestras avispas

Por Mariana Abarca

Foto: Avispa formadora de agallas (J. Gallagher).

Las avispas son famosas por sus aguijones y las molestas picaduras que ocasionan. Sin embargo, la mayor parte de ellas no representan un problema para las personas y muchas prestan importantes servicios ambientales como polinización y control de plagas. Existe una enorme diversidad de avispas que se distinguen por la forma en que viven y los alimentos que consumen. Hay avispas cazadoras que se alimentan de insectos y viven en colonias, mientras otras son solitarias y tienen venenos paralizantes con los que inmovilizan a sus presas, o viven dentro de los organismos que consumen, como las avispas agalleras – que se alimentan de plantas – y las parasitoides -que se alimentan de insectos y son importantes para el control de plagas. Hoy vamos a hablar de algunas características peculiares de las avispas y de la variedad de maneras en que viven.

La increíble vida y desarrollo de las avispas

Las avispas son de un grupo de insectos que tienen metamorfosis completa, es decir, cambian de forma drásticamente a través de su desarrollo. A través de su vida, pasan de huevo a larva, a pupa y, finalmente, a adulto, que es la forma en que comúnmente las encontramos. A pesar de que muchos insectos pasan por estos estadíos, las avispas tienen muchas peculiaridades que las vuelven fascinantes.

En general, las larvas de avispa se desarrollan en lugares pequeños y encerrados, como dentro de sus hospederos o dentro de las celdas de un panal de papel, donde no hay orificios para salir ni mucho espacio para almacenar desechos. A pesar de que esto sería un gran problema para muchos animales, que pronto se encontrarían rodeados de desechos, no constituye uno para las avispas, porque ellas se alimentan de substancias ricas en proteínas y bajas en fibra, lo que disminuye la necesidad de defecar. De hecho, el intestino de las larvas está cerrado y éstas se deshacen de los subproductos de la digestión una sola vez, en una evacuación que se llama meconio y se desecha justo antes de pupar. Las pupas no se alimentan; sólo se desarrollan y llevan a cabo la metamorfosis para convertirse en adultos.

Avispa cazando una araña. Foto: T. Wills; Wikimedia Commons.

Las avispas adultas tienen alas membranosas y un cuerpo acinturado. Las hembras además tienen aguijón, que es parte del aparato reproductor femenino que ha sido modificado para inyectar veneno (esto significa que los machos de avispas no pueden picar) durante la caza y en forma de defensa. Las hembras además tienen otra característica que comparten con las hormigas y las abejas: pueden aparearse y poner huevos fertilizados, o poner huevos sin necesidad de aparearse. Los huevos fertilizados se convierten en hembras y los no fertilizados en machos. Este sistema de determinación de sexos se llama haplodiploide y es importante en la formación de sociedades de insectos.

Avispas que cazan arañas

Hay avispas que se especializan en cazar arañas. La mayoría son de color obscuro, tienen patas largas y producen un veneno paralizante. Este veneno no es letal y sólo paraliza a las arañas de manera permanente, lo que facilita arrastrarlas a los nidos, evita que se escapen, y permite crear una reserva de comida que no se echa a perder. Los nidos de estas avispas pueden ser guaridas subterráneas o cavidades en la madera de troncos en descomposición. Estos nidos contienen a la siguiente generación de avispas, que durante su etapa larvaria se alimenta de las arañas paralizadas. Cazar arañas, paralizarlas y arrastrarlas a los nidos no es una tarea fácil, así que algunas avispas se aprovechan del trabajo ajeno y ponen sus huevos en los nidos que prepararon otras avispas, esta estrategia se llama cleptoparasitismo y es parecida a la de los pájaros o las abejas cucú.

Nido de avispa cazadora de arañas. Notar que cada celda contiene una araña y una larva de avispa. Foto: L. Osborne, Wikimedia Commons.

Avispas formadoras de agallas

No todas las avispas son carnívoras; hay avispas muy pequeñas que se alimentan de plantas. En la primavera, las hembras inyectan sus huevos en los brotes nuevos de las hojas. Dentro de las hojas eclosionan las larvas, que secretan una sustancia parecida a las hormonas que controlan el desarrollo de las plantas. Con esta sustancia, las larvas manipulan a la planta para que construya una estructura que les sirve de vivienda. Hay muchas especies de avispas que viven de esta manera, por lo que hay también una gran variedad de agallas de muchas formas y colores. Curiosamente, las agallas de una avispa que se alimenta de robles (encinos), se utilizaban en la antigüedad para hacer tinta (vea aquí la receta).

Avispas que construyen panales de papel

Las avispas más conocidas viven en colonias y construyen avisperos de papel. Para hacer el papel, las avispas arrancan pequeños trozos de madera con sus poderosas mandíbulas y los mastican hasta formar una pulpa, que después depositan en capas para formar el avispero. Las colonias empiezan con una reina, que construye un avispero pequeño, con varias celdas individuales en donde pone huevos fertilizados. De estos huevos nacen las primeras obreras, que ayudan a criar más avispas y a agrandar el avispero. Las obreras cazan insectos, los mastican y los convierten en esferas nutritivas (como las albóndigas 😊). En cada nueva celda, la reina agrega un huevo y las obreras una albóndiga de insectos, que será el alimento de la larva. Los avisperos crecen durante el verano y al llegar el otoño las reinas ponen huevos no fertilizados -que resultan en machos- y algunos huevos fertilizados, que ponen en celdas más grandes y con más comida para que se conviertan en reinas. Después de emerger, las nuevas reinas se aparean y sobreviven el invierno en una guarida invernal, mientras que el resto de la colonia, incluyendo machos, obreras y reina, mueren durante el invierno.

Panal recién formado de avispa chaqueta amarilla. Se pueden ver los huevos en algunas de las celdas individuales. Foto: Prof. Martha Weiss.

En el otoño, cuando las colonias dejan de producir nuevas larvas, las obreras cambian de hábitos y en lugar de recolectar comida rica en proteína (insectos) para sus hermanas, se dedican a alimentarse de azúcares, por lo que es más probable encontrarlas rondando reuniones al aire libre en las que hay postres y bebidas azucaradas.


Dra. Mariana Abarca – Profesora Asistente, Biological Sciences, Smith College, USA. Hacer click aquí para leer otros posteos de Mariana.


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