Polinizadores – un especial de Halloween 🎃🍂

Por Anahí Espíndola

El otoño llegó a Maryland y junto con las calabazas y las hojas amarillas hay una cosa que se ve en todas partes: ¡Halloween! Y como no puedo decorar físicamente este posteo, mi decoración de Halloween será más bien «conceptual». En el posteo de hoy vamos a hablar de un tema que puede parecer espeluznante para muchos, pero que para mí refleja lo impresionante que es la diversidad biológica (de los polinizadores). Hoy hablaremos de algunas abejas polinizadoras «especiales»: ¡las abejas parásitas! Únanse a mí y maravillémonos juntos con estos animales increíbles que viven aquí mismo, en Maryland.

¿Abejas parásitas? ¿¡Lo qué!?

Sí, leyeron bien. Aunque la mayoría de las abejas son solitarias y construyen y aprovisionan sus nidos, varios grupos han tomado un camino evolutivo un poco diferente al de sus parientas. Estas abejas han desarrollado comportamientos parásitos, explotando los nidos y la comida de otras especies de abejas, y en el proceso matando a la cría huésped. Debido a que muestran comportamientos similares a los pájaros cucú, quienes ponen huevos en nidos de otras aves para que esas especies los críen (aquí hay un muy buen video sobre el tema), estas abejas también se conocen como abejas cucú.

Las abejas parásitas (derecha) y no-parásitas (izquierda) se ven muy diferentes. Una de las principales diferencias es el hecho de que las abejas parásitas no tienen estructuras para recolectar polen (como patas peludas), como podemos ver en estas fotos. Fotos: J. Gallagher.

Las abejas cucú son distintas de las abejas no-parásitas. Debido a que han evolucionado hacia la no construcción de nidos ni su aprovisionamiento (los adultos sí comen néctar y polen), estas abejas carecen de todas las estructuras comúnmente presentes en las abejas que colectan polen (por ejemplo, pequeñas bolsas en sus patas, pelos) y que les permiten juntar materiales para la construcción de sus nidos. Por otro lado, a diferencia de las abejas no-parásitas, que a menudo pueden poner sólo un huevo por día, las abejas cucú pueden poner muchos huevos en el mismo día. Esta adaptación les permite aprovechar al máximo la oportunidad que representa un nido disponible. También, como uno se puede imaginar, las abejas hospederas no están muy contentas de que otras abejas vengan y exploten sus nidos, así que no dudan en defenderlos. Por esta razón, las abejas cucú están cubiertas de una fuerte “armadura» con estructuras gruesas y voluminosas que protegen a las hembras parásitas contra los probables ataques de las abejas huésped. Por último, algunas abejas cucú pueden camuflarse utilizando olores corporales que son similares a los del huésped, lo que les permite ingresar a los nidos sin ser «olidas».

Pero, ¿cómo hacen?

Un rasgo común de estas abejas es que están muy especializadas en sus huéspedes, lo que significa que una especie parásita a menudo parasita a un grupo relativamente chico de abejas no-parásitas. Por esta razón, y dependiendo del grupo que parasiten, hay diferentes métodos que las abejas cucú usan para parasitar a los nidos.

Las larvas de muchas abejas cucú están equipadas con mandíbulas impresionantes, que usan para atacar y matar a las larvas que se están desarrollan en la misma celda del nido. Imagen: Rozen et al., 2019; American Museum Novitates.

Algunas abejas cucú parasitan las celdas que ya han sido selladas. Abejas de este grupo entran al nido, abren la(s) celda(s), matan al huevo del huésped con su aguijón o sus mandíbulas, y luego ponen un huevo en la celda (ahora vacía) y la vuelven a sellar. Hembras de otras especies que también parasitan celdas ya selladas, las abren, pero en lugar de matar al huevo huésped, simplemente ponen su huevo y la vuelven a sellar. En este caso, no es la hembra sino las larvas las que matan al huevo/larva huésped. Estas larvas parásitas tienen mandíbulas fuertes y grandes que les permiten atacar a las larvas residentes y matarlas, guardándose toda la comida de la celda para sí mismas. Finalmente, otras especies de abejas cucú no esperan hasta que las celdas huésped estén cerradas. Las hembras de estas especies entran en nidos con celdas abiertas y ponen sus pequeños huevos en las mismas. Sin darse cuenta, la hembra huésped cierra estas celdas, y cuando la larva parásita crece, ataca y mata con sus fuertes mandíbulas a la larva huésped.

¿Existen abejas parásitas en Maryland?

¡Sí! Aunque estas historias puedan parecer venidas de otro planeta, no necesitamos viajar a lugares exóticos para encontrarnos con estas especies. ¡También ocurren aquí mismo!

Una especie de Maryland muy interesante es la abeja cucú de Macropis (Epeoloides pilosula), que parasita los nidos de la abeja colectora de aceites del género Macropis. Debido a los altos niveles de especialización de, por un lado, Macropis en su planta hospedera (ver aquí para saber más) y, por otro lado, de la abeja cucú en , E. pilosula es extremadamente rara y está protegida en el este de América del Norte.

Las pequeñas abejas cucú de Macropis son muy raras en Maryland y están protegidas en casi todo su rango de distribución. Foto: M. Veit.

Otro ejemplo de abejas cucú locales son las parásitas de varias otras abejas mineras: las abejas parásitas del género Nomada. ¡La regla de la falta de pelos y estructuras para colectar provisiones es especialmente presente en estas especies! Se conocen alrededor de 30 especies de este género en nuestro estado, y muchas de ellas son raras. Mientras que la abeja cucú manchada Nomada maculata se encuentra con cierta regularidad en el estado, Nomada bethunei se ha observado sólo en un par de localidades. La mayoría de estas especies de Nomada son, sin embargo, raras y a menudo amenazas.

Se conocen varias especies de abejas cucú del género Nomada en Maryland. Éstas a menudo parasitan a los nidos de abejas mineras. Foto: M. Lucas.

¿Pueden las abejas parásitas conducir a la extinción de otras abejas?

Las abejas parásitas y no-parásitas han estado evolucionando juntas por millones de años y es muy poco probable que este tipo de interacción lleve a la extinción de las especies parasitadas. De hecho, estas últimas también han desarrollado formas de proteger a sus crías (material para otro posteo 😉). Curiosamente, debido a que las abejas parásitas están tan especializadas en sus huéspedes, ¡son ellas las que pueden estar aún más en riesgo de extinción que sus huéspedes! De hecho, las abejas cucú son raras, difíciles de encontrar y es probable que sus poblaciones se extingan rápidamente después de que su especie huésped desaparece de una localidad. Así, si queremos proteger a este increíble grupo de polinizadoras, proporcionarle recursos a ellas y sus anfitrionas es clave (ver este y este otro posteo para conocer algunas formas de ayudar a los polinizadores).


Dra. Anahí Espíndola – Profesora Asistente, Departamento de Entomología de la Universidad de Maryland, College Park, USA. Hacer click aquí para leer otros posteos de Anahí.

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